ESTRATEGIAS PARA LA TOMA DE DECISIONES
Por: Consultorio Psicológico
Universidad Inca Garcilaso de la Vega
Uno de los ámbitos más estudiados y comentados de la psicología en los últimos treinta años, ha sido, sin lugar a dudas, la inteligencia emocional y todas las directrices que la componen. Muchos autores coinciden, a grandes rasgos, en que se trata de la habilidad para la interacción social y la distinción, no solo de las propias emociones, sino también las de los demás.
Dentro de sus muchos elementos que tratan de orientar sobre las formas en que una persona se comporta o actúa estando en un determinado círculo social, está uno en particular: la toma de decisiones. Evidentemente, este punto no depende exclusivamente de sí mismo, sino que está influenciado por otros componentes de la inteligencia emocional y que permiten que pueda darse cada vez mejor.
Hablar de la toma de decisiones es hablar, también, de la capacidad de autonomía en una persona, es decir, hasta qué punto puede decidir siguiendo sus propios principios y creencias y no dejándose llevar por opiniones externas. Claro está que, solicitar una opinión extra ante un problema complicado puede ser válido; sin embargo, el problema surge cuando la persona se hace dependiente de la opinión de los demás y no es capaz de afrontar las decisiones importantes por cuenta propia sin que haya injerencia de su mundo externo.
La autonomía, por su parte, también forma parte de la inteligencia emocional y es de suma relevancia, no solo para la toma de decisiones, sino también para la formación y cultivo de un estilo de personalidad sólido, independiente y seguro de sí mismo. Estos factores influirán, en gran medida, en la formación de un carácter más sofisticado en cuanto a la experiencia de vida, pues, es precisamente en la experiencia donde se aprende las mejores lecciones para la vida personal, y aquello solo lo podrás conseguir en el “campo de juego”, decidiendo por ti, equivocándote y acertando y, especialmente, aprendiendo de cada error para no volver a repetirlo.
La toma de decisiones no debe ser vista como causa de preocupación o de angustia frente a las consecuencias que pudiéramos obtener, especialmente si se trata de las opiniones de los demás; pues, si pretendemos hacernos autónomos solo para conseguir la aprobación de los demás, lo único que conseguiremos será crear, en nosotros mismos, una copia de aquello que queremos presentar a nuestro entorno, aunque aquello no represente lo que realmente somos.
Tomar decisiones por ti mismo te permitirá mejorar tu autoconfianza pues, al sentir que tienes bajo tu control todo aquello que depende solo de ti, ya habrás ganado una parte importante en la lucha. La autoconfianza hará que, ante cualquier duda o temor, tengas presente las cosas que ya fuiste capaz de realizar anteriormente y que aún puedes repetir. Por ejemplo, un deportista gana autoconfianza cuando ha conseguido conocer y reconocer, no solo sus cualidades y fortalezas, sino también aquellas amenazas y debilidades que sus propios errores se han encargado de mostrarle.
Parte de una vida auténtica es tener la certeza de que todo aquello que decidimos, para nosotros y para los demás, es una forma de ganarle la partida a la toma de decisiones y, a su vez, una manera de formar la confianza en nosotros mismos y en nuestras cualidades profesionales, académicas, laborales, familiares y personales.
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